La informalidad laboral es un fenómeno persistente y complejo que afecta a millones de trabajadores en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la informalidad abarca aproximadamente al 50% de los trabajadores en América Latina, un porcentaje alarmante que refleja la precariedad y la falta de protección social que enfrentan muchos empleados en la región.
En detalle, la tasa de desocupación juvenil en la región es del 14,4%, más del doble de la tasa general del 6,5%. Este dato es preocupante, ya que los jóvenes enfrentan mayores dificultades para acceder a empleos formales, lo que perpetúa un ciclo de precariedad laboral y falta de oportunidades. En Argentina, la situación es similar, con una alta tasa de informalidad que afecta tanto a adolescentes como a mujeres, exacerbando las desigualdades de género y generacionales en el mercado laboral.
El año pasado, Ecuador lideró la región en términos de informalidad laboral, con un alarmante 95% de participación en la recuperación del empleo total desde la pandemia. Por su parte, Argentina y Bolivia también mostraron cifras preocupantes, con un 78% y 77% respectivamente. En contraste, Uruguay y Chile se destacaron por un crecimiento significativo en el empleo formal.
En este sentido, el organismo subraya la importancia de medidas integrales que respalden la creación de empleos formales y proporcionen protección social a los trabajadores. Y es que en muchos países la falta de políticas activas de empleo, formación profesional y coordinación con políticas sectoriales ha contribuido a esta problemática.
En Argentina, la situación es particularmente grave. De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la informalidad ha crecido considerablemente en los últimos años, superando incluso la creación de empleo formal. En concreto, en los últimos cuatro años se han generado 568.000 empleos informales, en comparación con 363.000 formales registrados en el sector privado. Esto significa que por cada empleo formal creado, se generan 1,5 empleos en negro.
El sector con mayor informalidad laboral es el servicio doméstico. De los 1.673.000 trabajadores en este rubro, el 71,5% no realiza aportes al sistema previsional, lo que significa que más de un millón de personas están en la informalidad. Mientras, la industria agrícola es otro ámbito con alta incidencia de empleo informal, ya que de los 853.000 trabajadores, el 59,2% se encuentra en la informalidad. Es decir, más de la mitad de los trabajadores de la agricultura, ganadería, caza y silvicultura no tienen acceso a los beneficios de un empleo formal.
Este patrón se repite en la construcción, donde el 58,4% de los empleados están en la informalidad, con 552.000 trabajadores informales frente a 394.000 formales. En cuanto al sector de servicios sociales y de salud privados, se registra que el 54,3% de los 727.000 trabajadores totales están en negro.
En este contexto, un informe del Indec señala que la economía argentina ha experimentado una recesión significativa, lo que ha tenido un impacto directo en el mercado laboral. La caída del 5,1% en el Producto Bruto Interno (PBI) durante el primer trimestre de 2024, impulsada por la disminución del consumo privado y público, ha llevado a un aumento del desempleo y la precarización laboral, debido a que muchos se ven obligados a aceptar empleos sin garantías ni beneficios.
El reporte reveló, además, que el desempleo ha aumentado en dos puntos porcentuales en los primeros meses de 2024, alcanzando el 7,7%. Asimismo, la tasa de actividad, que mide la proporción de personas que trabajan o buscan empleo, se ha mantenido elevada, en torno al 48%, lo que indica que un número creciente de personas se ve obligado a ingresar al mercado laboral debido a la disminución de los ingresos familiares, lo que a su vez contribuye al aumento de la informalidad.
Un aspecto preocupante es el aumento en la presión sobre el mercado de trabajo, que ha pasado del 26,9% al 29,5% entre el primer trimestre de 2023 y el mismo período de 2024. En tanto, la brecha de género también es evidente, pues el desempleo masculino ha aumentado del 6,1% al 7% y el femenino pasó del 7,8% al 8,4%. La situación es aún más grave para las jefas de hogar, cuya tasa de desempleo ha aumentado del 2,7% al 5% en el último año.
Geográficamente, Gran Buenos Aires y Pampeana presentaron las mayores tasas de actividad, con un 48,5% en ambas regiones, mientras que Noreste tuvo la menor tasa, del 45,7%. Adicionalmente, se conoció que dentro de la población activa, el 74,7% son asalariados, de los cuales el 35,7% no cuenta con descuento jubilatorio. Por otro lado, el 21,9% trabaja por cuenta propia, el 3,2% son patrones y el 0,3% son trabajadores familiares sin remuneración. Cabe destacar que este panorama, a su vez, hace que crezca la solicitud de préstamos personales para poder cubrir diversas necesidades económicas.
Preocupación de los argentinos
El 34,9% de los trabajadores en Argentina vive por debajo de la línea de pobreza, un fenómeno que se ha incrementado notablemente en los últimos años. Este alarmante dato, revelado por un informe del Centro para la Recuperación Argentina (RA) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), señala un creciente récord de personas que, a pesar de tener empleo, no logran cubrir una canasta básica de bienes y servicios esenciales debido al aumento del costo de vida.
El informe del Centro RA destaca que la situación ha empeorado significativamente en el último semestre, con una caída de casi un 40% en los ingresos promedio de los ocupados desde 2017, de los cuales un 14% corresponde a los últimos seis meses. Esta caída en los ingresos está acompañada por una relación inversamente proporcional entre la tasa de empleo y la tasa de desocupación: mientras la primera disminuye, la segunda aumenta.
La construcción ha sido uno de los sectores más afectados, concentrando el 42,7% de los empleos perdidos. La paralización de la obra pública es citada como una de las principales causas de este descenso. Otros sectores que también han visto un aumento en el desempleo incluyen el comercio y los servicios financieros e inmobiliarios, áreas que están estrechamente vinculadas con el poder adquisitivo y la capacidad de consumo de las clases medias y trabajadoras.
Todo esto se refleja en las preocupaciones que existe en la población sobre la capacidad de llegar a fin de mes. Una encuesta realizada por la consultora Equipo Mide revela que las principales inquietudes de los argentinos son la pobreza (23%), la desocupación (15%) y la inflación (14%). Otras incluyen la corrupción (12%), la inseguridad (10%) y las jubilaciones (5%).
El relevamiento también analiza la situación emocional. El 41% de los encuestados mantiene la «esperanza», mientras que un 22% expresa «bronca y enojo». El 19% muestra «incertidumbre», el 12% tiene «confianza», el 11% está «desilusionado» y el 10% siente «miedo».
Es así como la situación laboral en Argentina presenta un panorama desalentador, con una creciente informalidad que afecta a un amplio sector de la población y perpetúa las desigualdades socioeconómicas. La precariedad en el empleo, sumada a la alta inflación y el estancamiento económico, ha llevado a un deterioro en la calidad de vida de muchos argentinos, quienes, a pesar de estar empleados, no logran superar la línea de pobreza.
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